Porque preservar la integridad de tus productos y herramientas cosméticas y asegurar su efectividad es mucho más que asignarles un espacio en tu tocador.
Seguramente has invertido una cantidad considerable de tiempo y dinero en diseñar una rutina de cuidado de piel acorde a tus necesidades, probando diferentes formulaciones hasta encontrar la más adecuada a tu estilo de vida y tipo de piel, así como las herramientas indicadas para llevar la efectividad de tus productos al siguiente nivel.
Ya sabes lo que tus productos pueden hacer por ti ¿Pero te has preguntado lo que tú puedes hacer por ellos? La realidad es que con los hábitos de cuidado correctos, podrás extender su vida útil y asegurar su máxima efectividad, ahorrando dinero y haciéndole un favor a tu piel en el camino.
En primer lugar, si tienes todos tus productos atiborrados en una esquina de tu baño, ya sea a la vista o en un anaquel cerrado, quizás te sorprenderá saber que las bacterias propias de un ambiente sanitario pueden llegar a infiltrar tus productos, especialmente si tienes la costumbre de dejarlos abiertos tras utilizarlos, y que eventualmente pueden generar consecuencias en tu piel.
Además, la exposición frecuente al calor y el vapor puede generar estragos en la composición química de tus cosméticos, modificando su textura, color y aroma y muy posiblemente, sus propiedades, qué es la razón por la que cuentas con ellos en primer lugar.
Cuando se trata de productos de base oleosa, como los serums faciales, es importante mantenerlos alejados de ambientes fríos o con fuertes corrientes de aire, ya que las bajas temperaturas pueden hacer que los aceites se separen.
Los serums o cualquier producto a base de aceite debe mantenerse en un espacio seco, a temperatura ambiente, fuera de la luz directa del sol. También recuerda cerrarlos de forma oportuna luego de usarlos, para evitar que ingrese mucho oxígenos (un oxidante natural).
En el caso de tus lociones y cremas hidratantes, también es buena idea que los guardes en una habitación seca a temperatura ambiente, a excepción de los hidratantes de ojos, que puedes guardar perfectamente en tu refrigerador para sumarle una propiedad desinflamatoria. Otros productos a base de agua, como los tónico y los face mists, también pueden guardarse a bajas temperaturas, en especial si tu piel tiende a la irritación. Finalmente, las mascarillas de tratamiento intensivo también se beneficiarán de vivir dentro del refrigerador, solo recuerda mantenerlas lejos del congelador.
Seguramente, el principal motivo para adquirir un perfume o una esencia fue por su aroma, fruto de una formulación química muy específica, lo que significa que la exposición directa a la luz o al calor puede modificar esa estructura, cambiando de forma permanente e irreversible el aroma. Así que aunque las botellas de perfume sean increíbles elementos decorativos que le dan un aire de sofisticación a cualquier espacio, lo mejor es guardarlas al interior de un cajón o mueble cerrado.
Cualquier producto de maquillaje en líquido, como una máscara de pestañas, un delineador o un gloss labial tiene una duración más bien limitada, así que es importante revisar la fecha de expiración. Además, son más susceptibles a las bacterias y la oxidación, así que, aunque vayas apresurada, nunca olvides cerrarlos.
En el caso de los polvos, como el blush o el bronceador, lo más importante es mantenerlo en un lugar seco, para que no absorba humedad.
¿Y las brochas?, si bien las puedes guardar en casi cualquier parte, es indispensable que las laves de forma periódica dependiendo de la frecuencia en la que usas el maquillaje, por ejemplo, si te maquillas todos los días, deberías lavar tus pinceles con una solución especialmente diseñada para ese propósito, por lo menos una vez por semana.
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Como ves, la clave no es acumular y gastar dinero en nuevos productos, sino encontrar los más adecuados a tus necesidades y cuidarlos de tal forma que aproveches sus propiedades al 100%.